16 nov 2015

Bodas y compromisos.

Volvía la obra maestra mozartiana a un Campoamor con el aforo casi completo. Siempre es una baza segura programar "Nozze" pues es una obra que funciona bien la inmensa mayoría de veces, que es atractiva para gran parte del público y para la que es fácil encontrar cantantes competentes. La función se acogió con calurosos aplausos finales para todo el elenco, en especial para Majeski, Menéndez, Garmendia y Constantinescu.

Ainhoa Garmendia es una habitual Susanna en muchos teatros y cumple con nota. Hiperactiva escénicamente, vocalmente parece que el centro ha ganado consistencia y su adecuación estilística es innegable, pero nos pareció a un nivel inferior al de otras ocasiones.

La norteamericana Amanda Majeski demostró tener todos los papeles en regla vocalmente para delinear una gran Condesa . Para llegar al sobresaliente le pediríamos un fraseo menos aséptico. Unas vacaciones en la Toscana tampoco le irían mal para ganar "italianidad".

Prueba superada con nota alta por David Menéndez. Da gusto ver como se apoya a un cantante local - no a todos desgraciadamente- y como este responde y crece artísticamente.

Brillante escénicamente el Figaro de Martín-Royo. Desgraciadamente, su instrumento es reducido y le impide otorgar al personaje características (descaro, osadía, insolencia...) que lo retratan. Sus intervenciones solistas fueron prescindibles, cuando deben ser de las piezas más brillantes. Que cualquiera de los comprimarios tenga más voz tampoco le ayudó precisamente.

Resultó musical el Cherubino de Roxana Constantinescu. Mejor en su segunda parte solista. Escénicamente debe trabajar más los movimientos para no evidenciar, como sucede tantas veces,  que simplemente es una mujer tratando de hacer de hombre.

El resto del reparto se movió en parámetros más que aceptables. Desde el brillo de la canaria Melián; pasando por la solvencia de Alberdi y García-López; la versatilidad de Bou, que igual nos lo traen para uno de los papeles de bajo más importantes del género como para este modesto desempeño; el buffo tradicional del chileno Seguel; o la siempre agradecida colaboración de Jon Plazaola.

Profesional actuación de Coro y OSPA. Ajustada la voluntariosa dirección de Benjamin Bayl, pero sin especial brillantez.

Producción ya veterana de G. Joosten, bien trabajada, bella plásticamente, con buena dirección de actores y una línea definida e interesante de la trama, salvo alguna bobada sin sentido. Deplorable que caiga en el vicio fácil de la transposición espacio-tiempo que no sirve ni para aclarar ni potenciar nada de la obra.


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