Tercera función de Nabucco con una ocupación cercana al lleno, si exceptuamos el lamentable vacío total del palco del Ayuntamiento. Público un tanto frío que aplaudió con especial intensidad a Coro, Metlova y Stoyanov.
Nabucco fue el primer éxito de Verdi, realzado luego por la utilización política, que el propio Verdi fomentó, del "Va pensiero", que no deja de ser la introducción a la plegaria de Zaccaria, y que bebe en la tradición italiana de otros coros de "letra política" como los del "G. Tell" rossiniano o de la "Caritea" de Mercadante, incluso el "Pensa alla patria" de la también rossiniana "Italiana in Algeri". Una ópera bastante convencional en las formas y que recuerda muchas veces al "Moïse" de Rossini, heredera de un pasado que él empezaría a cambiar poco a poco.
Desde el punto de vista vocal la protagonista indiscutible es la "Abigaille", a la que se requiere gran potencia, sobre todo en los agudos, agilidades moderadas y seguridad en los grandes saltos melódicos. Ha de transmitir temor, resentimiento y ser despiadada. Todo ello lo tuvo Ekaterina Metlova, que además también supo conmover en su escena final, aprovechó su garra y el volumen vocal para resultar la triunfadora de la noche. Enhorabuena a quien la colocó en el reparto.
El "Nabucco" no es una parte especialmente exigente y Stoyanov supo aprovechar su magnífico legato para transmitir, sobre todo en la segunda parte, los cambios de humor del personaje. Un poco más de fantasía en el decir no hubiera venido mal, pero para el nivel actual de su cuerda es un intérprete notable.
"Zaccaria" lo estrenó en su día un bajo de los más brillantes de su generación, Prosper Dérivis, y Verdi le escribió una parte que exige una voz autoritaria, segura, cálida y solemne, por lo que nos parece que Ryssov sólo ofreció una aproximación al personaje ya que sus medios son bastante limitados en todo lo anterior.
La "Fenena" de Volpe apuntó cosas interesantes. Nos gustaría verla en desempeños más exigentes y largos.
Decepcionante el Ismaele de Escobar. En uno de los papeles verdianos para tenor menos exigentes y agradecidos, nos defraudó con su titubeante técnica. Parece que podría dar mucho más, quizás fue un mal día.
El Coro de Ó. de O. sigue demostrando que el buen trabajo da sus frutos. Nos gustó más la parte femenina que la masculina, especialmente que los tenores. Convenció por fuerza o por gracia según las exigencias, sin caer en el grito, elegantes siempre. Siempre esperado, no se bisó el "Va pensiero", que tampoco acabó de ser mágico como para merecerlo. En cualquier caso, gran desempeño global, cómodos como si estuvieran en el salón de su casa. De hecho a su vestuario sólo le faltaban las zapatillas para que así fuera.
En sus pequeños papeles cumplieron Zapater, dando su mejor nivel actual; solemne Rodríguez Norton y suficiente Sara Rossini. Inexplicable, eso sí, que para el papel de Anna se tenga que acudir a buscar una cantante italiana.
Marcianó empezó un tanto errático, pero tras la pausa cogió las riendas y dio pulso decidido. Consiguió un buen rendimiento de la voluntariosa Oviedo Filarmonía. La obertura, por ejemplo, sonó, aún cuando tampoco sea nada especialmente brillante, vulgar. En los momentos más íntimos destacaron las cuerdas.
Aburrida y anodina nos resultó la parte escénica. Sí, cierto buen gusto en detalles, algún alegoría interesante y efectos estéticamente bien resueltos, pero cabe esperar mucho más de Sagi y su equipo. No nos gustó el vestuario ni la dirección de solistas y algo más la del coro, que también cumplió en la parte actoral.
