Como muchos recordarán, esta producción del Barbiere fue hace unos años motivo de controversia, escándalosa para unos y gloriosa para otros. Hoy, calmada ligeramente la tempestad, queda una función con aciertos y desaciertos, más los segundos, pero que divierte, sobre todo al público más favorable a disfrutar
sin exigencias ni prejuicios y con un conocimientosuperficial de la obra maestra rossiniana. Sin embargo, desde Ópera de Oviedo y todo su entorno se nos ha querido vender como una representación que no cambiaba nada del libreto. Nada más lejos de la realidad.
Basta leer las primeras indicaciones de situación del libreto original para ver cómo no es verdad. Estos cambios en realidad son lo de menos, aunque no se reconozcan, porque lo peor es el cambio de la esencia de los personajes, lo que desvirtúa claramente las intenciones musicales del compositor al retratarlos.
Además, por si no fuera poco, se ha tocado la partitura, al eliminar el gran rondò final de Almaviva, "Cessa di piu resistere" (aunque algún avezado crítico local la escuchó, según lo manifestado en sus siempre clarividentes crónicas). Desconocemos si el culpable de este corte es la eminente Sra. Clément, en una
genialidad escénica; del Maestro Dantone, por alguna extraña razón musicológica; o por el tenor, que se viese incapaz de afrontar la parte. Esto último se nos antoja difícil de creer, porque no dudamos que los responsables de Ó. de O. hubieran protestado a un cantante insuficiente y además el tenor lo ha
cantado en otros teatros.
En cualquier caso se está ante uno de los pilares del Género, obra maestra que consigue Rossini, con la inestimable colaboración del libretista Sterbini, en apenas 2 semanas y reutilizando algunos elementos de óperas anteriores (como Di Matteis nos explicase en la conferencia del pasado día 13). Sin embargo esa
mezcla de elementos de otras óperas, Rossini las consigue unificar e integrar, como tantas otras veces haría durante su carrera, en una obra milagrosamente uniforme con ideas y soluciones musicales y dramáticas geniales. Desde la orquestación, sublimente plena en los "finale" o la "Sinfonia" y subordinada discretamente en los acompañamientos a los solistas. Pasando por una escritura intencionada y característica para el retrato de cada uno de los personajes. Finalizando con la habitual musicalidad absoluta rossiniana, con su vitalidad rítmica o con su alegría y excitación constante y progresiva que lleva a un orgasmo musical sin parangón.
Los personajes, como decíamos, son estupendamente caracterizados por la música del pesarés y, la mayor de las veces, esa caracterización chocó con los deseos de la Sra. Clément.
Así, el protagonista, atendiendo al título original, debe ser Almaviva, aquí el joven tenor rumano B.Mihai, tenor que demostró una impecable actuación. Con medios limitados, voz pequeña y blanquecina, supo jugar la baza de la fantasía canora, aunque faltó nobleza al personaje, la coloratura un tanto atropellada.
La partitura le requiere que mezcle lirismo y carácter amoroso en la refinada serenata inicial, con una acompañamiento orquestal pretencioso que aquí se desfigura escénicamente; luego exige un canto humilde en "Se il mio nome", acompañado sólo por la guitarra, nuevamente evitado por la escenografía. Como el
exigentísimo rondó final "Cessa di più resistere" no se cantó, se libró de un buen compromiso.
Como la ópera pronto se empezó a conocer tal como la conocemos, el protagonista es el barbero Fígaro, uno de los personajes más carismáticos de la Ópera, con una escritura de canto medio-agudo que también cuenta con exigencias en agilidades y pide no caer en la caricatura, sino un barítono o bajo-barítono cantante capaz de traducir el carácter activo, astuto, codicioso y picaresco del personaje. Aquí el habitual por estos lares, Dalibor Jenis, mostró su habitual canto eficiente, sufriendo en los extremos, escaso de italianidad, con voz de volumen notable y buena actuación. El concepto escénico lo relegaba aquí a un soñador que no tiene nada de lo que el libreto dice, pero que se cree que sí, en otra ocurrencia de la belga.
El tercer personaje "bueno" es la "desventurada Rosina". Todo lo que se quiera menos una inocente y desvalida heroína de las miles que pueblan los libretos operísticos. Aquí el personaje requiere una voz que se mueva sobre todo en una tesitura central con algún viaje a la zona aguda. Así una voz cálida ayuda a manifestar la pasión del personaje y, por supuesto, el carácter rebelde. Durante mucho tiempo gustaron sopranos lígeras de hacer suyo el personaje, privilegiando esas excursiones a la zona aguda, pero perdiendo las otras características. Romeu no es precisamente una soprano que luzca en los agudos. Su centro es interesantísimo y gustó bastante. Nos pareció un poco sosa en "Una voce poco fa", pero fue creciendo poco a poco. Aquí se la retrataba como una adolescente un tanto caprichosa y preocupada de cosas intrascendentes como la moda o la música. Nuevo tanto para Clément. Extraña además la elección de una
soprano para el primer reparto y una mezzo para el segundo.
Entre los "malos", tenemos, como rossiniano contraste, al "bajo parlante", con la mayor exigencia en el canto sillabato de su aria, que aquí nos lo interpretó Martínez-Castignani. Es un personaje que suele ser llevado a la caricatura como recurso fácil para triunfar en el público, pero este no fue el
caso que nos ocupa, acertando en hacer un Bartolo menos necio de la habitual chanza bufa de tantos otros colegas. En su aria, el canto sillabatto sonó casi "susurrato", pero el cantante se esfuerza en la dicción y mostró ser un cantante y artista de interés.
El personaje de Basilio suele llevarse su buena ración de aplausos gracias a la maravillosa aria de la "calunnia", muestra inmejorable del "crescendo" rossiniano y de un efectismo sin igual. Aquí caricaturizado como un imitador de Elvis Presley, perdió parte de su carácter inteligente y calculador, que el libreto subraya además. Normalmente representado con el traje talar, que era habitual en los preceptores de la época, simbolizaba el carácter gregario, servil ante el poder. Vocalmente nada de interés nos aportó Malinverno.
Berta, Mercedes Gancedo, aprovechando sus momentos de lucimiento. Correctísimo el Fiorello de Mendoza y aprobados los modestos papeles del Oficial, aunque este tiene su importancia en el Finale Primo, y el Notario. Coro correcto.
Ottavio Dantone es un reconocido especialista en Barroco que en Oviedo se empeñan en que diriga Rossini. Aunque el belcantismo rossiniano sea heredero en parte del Barroco, no es exactamente lo mismo. La "sinfonia" tuvo varios desajustes y sono plomiza, pero en la "tormenta" lució mejor la orquesta. Crescendi
bastante bien trabajados, pero en general predominó el sopor, especialmente en los "desconcertantes" finales que poco de la euforia rossiniana dejaron.
Aplausos para todo el elenco vocal, especialmente cálidos para Jenis y Romeu. Fuertes discrepancias en la salida de Clément y tímidas muestras de reprobación para Dantone.
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