17 dic 2012

No me grites que no te veo.

Volvía a Oviedo el Barroco, volvía Handel (por cierto, ¿saben que existen compositores como Vivaldi, Hasse, Porpora...?), y volvía la Sra. Clement. Y se puede decir que han vuelto con triunfo. Cierto es que Clement recibió una reprobación de bastante parte del público en los saludos, pero nos parece que se trataba más de saldar viejas deudas pendientes del "Barbiere" o del "Viaggio" que de realmente abroncar esta producción. Porque si esta producción merece "pateos", qué merecerían las de Werther o Turandot sin ir más lejos. Y tampoco es que estemos hablando del "rien ne va plus", pero nos ha parecido una versión muy atendible. Clement cambia la época de la acción y la sitúa en los sets de rodaje de una serie o película sobre el poder en el mundo petrolífero. Si acaso no vemos qué aporta el que sea el rodaje de una serie en lugar, directamente, de desarrollarse como acción real en ese mundo. Así, esa situación puede conectar más fácil con buena parte del público, aunque el libretto es tan brillante que dudamos que no lo pudiera hacer en su contexto original. Luego es cierto que tiene alguna de sus habituales boutades y simplezas, pero salvo en los vídeos del final, por otra parte muy inteligente con el contraste entre el brillo público del imperio y las miserias internas, no tuvo detalles escatológicos o burdos. Los personajes y las ambientaciones están bastante bien resueltos, con algún aspecto cómico quizás un poco estrambótico, y con la molestia de tanto trajín de sets que van y vienen y del personal, que trabajó de lo lindo, que los maneja. En cualquier caso, todo el trabajo goza de una coherencia, se esté de acuerdo o no con la esencia, y es innegable que entretiene y acentúa y subraya aspectos esenciales del libretto.

Pero vayamos a la música, que es lo que más nos interesa en este caso. Y cabe felicitarse del trabajo de la OSPA, de Bayl y de la valiosa colaboración de los Zapico, de la que sólo nos queda por desear que sea asidua. Una buena dirección del  australiano, con un apreciable fruto de nuestra orquesta

Entre los cantante Bonitatibus demostró clase y buen gusto. Tiene un vibrato que supo usar expresivamente y como actriz estuvo muy convincente. Sería interesante que se contase con ella para el "Barbiere" de dentro de dos años. Con Spagnoli ya se cuenta habitualmente aquí, y aunque debutaba el papel y lo dibujó un tanto similar al "Mustafà" que le vieramos hace poco, cantó son su solvencia habitual. Malfi es una mezzosoprano joven que gustó en general aunque sin especial brillantez, de voz bastante común y volumen justito, con apuros en las agilidades, destacar su buen trabajo en la caracterización masculina. Sabata deleitó especialmente en sus partes más elegiacas, con una exhibición estilística canora, su personaje pareció, sin embargo, muchas veces más un niño caprichoso que un valeroso héroe. La producción potenciaba el atractivo físico de Tsallagova que, sin duda, ayudó en la apreciación general de su participación, y vocalmente mostró un timbre claro y atractivo con una buena coloratura. El Pallante de Fernandes fue grotesco en la actuación y cercano al naufragio en lo vocal. Algo mejor el Narciso caprichoso de Ferri-Benedetti, apuntó detalles interesantes en lo vocal. Lanchas y Faus diligentes.

Asistencia aproximada, a ojo, de un 90% con pocas deserciones en los descansos. Ni un aplauso durante la representación, y hubo algún momento especialmente inspirado de Sabata o Bonitatibus que lo hubiesen merecido, compensado con apreciables muestras de cariño hacia los cantantes y los referidos pateos, o pataletas (que lo cortés no quita lo valiente y es comprensible que mucha gente pueda pensar que se contrata a Clement un poco como provocación fácil a sectores no afines a la Dirección de O.de O.) , de buena parte del público para el equipo escénico.

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