14 oct 2013

Verdi merecía más.

Esta misma semana se celebraba el 200ª aniversario de Verdi y Opera de Oviedo programa esta "Traviata" como una especie de homenaje a uno de los pilares del género lírico, como sucediera con "Das Rheingold" y Wagner el mes anterior.

Programando "Traviata" uno se asegura el interés de un público no tan habitual como nos gustase a todos y también de un buen número de curiosos que se acercan, muchos por primera vez, a la Opera en vivo. Claro está que también se corre el riesgo de que "todos" conocemos la ópera y no somos tan fáciles de "engañar" o "adoctrinar" sobre el resultado artístico de la función.

Para empezar, quien más quien menos, ha visto alguna producción, en vivo o video, de Traviata y el trabajo escénico se encuentra con el problema de cómo aportar algo nuevo o de interés. Es evidente que ello queda reservado para los genios y que, si sumamos además las limitaciones económicas, la posibilidad de que Susana Gómez lograse un trabajo de sobresaliente era muy reducida. La producción al menos no molesta ni a público ni a cantantes, pero, aunque sepamos de las limitaciones económicas y de que estas siempre se acentúan en los títulos más habituales, que suelen penalizarse respecto a las novedades, no podemos dejar de criticar la precariedad de elementos en escena, la sustitución de decorados por espejos(al menos con los telones pintados que tanto se aborrecen, sabíamos lo que había en escena) o el vestuario simple y único, da igual fiesta, que "zingarelle" o toreros, para el coro. Quizás algún día Susana Gómez pase sus propios "años de galera" y tenga una producción no "low cost" para demostrar de lo que es capaz.

En el tema canoro parece que teniendo una gran protagonista la ópera va a acabar triunfando y aquí teníamos a una habitual del papel en teatros de la importancia del Covent Garden. Se nos hace difícil creer que una voz tan pequeña como la de A.Pérez saque adelante una representación en el teatro londinenese, porque incluso en el Campoamor hubo partes donde su voz no tenía la necesaria presencia. Destacó en algún momento, especialmente lírico, con la ayuda inestimable del Maestro Montanaro que la trató con esmero.

Machado ya ha pasado sus mejores tiempos y la voz presentó serios problemas en cuanto subía de una franja central por otra parte menos bella que otrora. Más intenciones que medios para resolverlas.

Viviani fue un Germont padre muy lírico y, dentro del panorama actual de barítonos verdianos, parece de los destacados. Buenos momentos en el dúo con Violetta y en su escena, completa, gozó de gran aceptación del público.

El resto de cantantes cumplió su labor aceptablemente. El Coro brilló, especialmente ellas, a pesar de su actuación escénica que les hacía parecer, a veces, hordas de zombis desorientados.

El Maestro Montanaro, muy preocupado de los cantantes, pero quizás algo desconcertante con los tempi, condujo eficazmente a una cumplidora Oviedo Filarmonía.

El público, que abarrotó el recinto, premió especialmente a Viviani y Pérez, pero no se desbordó el entusiasmo en un título que necesita sólo un poquito de ayuda para provocarlo.
 

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