19 nov 2017

Un altro sorso.

Reparto joven para este Elisir. Esta vez sí que los cuatro cantantes protagonistas respondían al perfil de joven cantante en formación pero, aún  así, el resultado artístico fue notable y con gran éxito de público, aunque sí se apreció una mayor diferencia entre repartos que en otras ocasiones en las que hemos tenido también uno joven.

Como Nemorino de última hora teníamos al tenor cordobés Pablo García López que escénicamente realizó un trabajo intachable, contando además con el debe de ser sustituto del enfermo Marc Sala, y vocalmente demostró gran expresividad.

A pesar de mostrarse indeciso en su entrada, lastrando el lucimiento en su aria, luego Michael Borth, como Belcore,  remontó y demostró un material interesante.

Pablo López apostó inteligentemente por privilegiar la parte comediante de Dulcamara . Nos dejó dudas vocalmente, por volumen y extensión.

Notable y con gran musicalidad y cuidada línea de canto la Adina de Sara Blanch, con algún problema, compartido por alguno de sus colegas, de volumen o proyección.

Los reincidentes (Ubieta, coro, orquesta y director) volvieron a lograr un buen resultado en sus respectivas labores.

Apuntar de la producción que, en la segunda visión, pierden bastante gracia alguno de los gags y que, vista desde otra localidad, las copas del techo entorpecen en bastantes momentos la visión de los espectadores de los pisos altos.

Generosa recompensa del abundante público, en forma de aplausos y vítores para casi todos los integrantes.

13 nov 2017

Siempre nos quedará Elisir.

Volvía al Campoamor una de las óperas que más se ha representado en nuestra Temporada de Ópera. Una obra maestra sin paliativos que dificilmente puede ser un fracaso, pero que no por ello es fácil de convertir en éxito.

Para la ocasión se cuenta con el Nemorino de José Bros, que celebra  sus 25 años en escena, y que tantos buenos momentos buenos nos ha hecho pasar. Nuevamente ha demostrado su saber hacer y, de menos a más, ha ofrecido una notable recreación. Su "furtiva" fue el momento más emocionante y aplaudido de la función y quizás hubiera merecido un bis, tanto por la interpretación como por los servicios prestados.

Aún más veterano, Corbelli nos ofreció uno de sus papeles fetiche, Dulcamara, con voz ya muy erosionada y que nunca fue generosa tímbricamente, pero con una clase magistral de arte buffo en cada intervención. Impulsando además en los dúos a sus compañeros.

La Adina de Beatriz Díaz resultó brillante escénica y vocalmente, aunque con algún que otro sonido ingrato, fruto posiblemente de una indisposición que no se anunció. Un nuevo ejemplo de que no hay que irse a buscar tanto cantante a tierras lejanas para tener garantías.

Debutante en España el barítono norteamericano Edward Parks, de impresionante planta escénica, que ofreció un Belcore efectivo, con la habitual solidez técnica de los cantantes yanquis, con dificultad en las agilidades.

En el papel de Gianetta, Ubieta cumplió de sobra, exigida particularmente en lo escénico por deseos de Rechi y su equipo.

Excelente el Coro, cada vez más exigido en la parte escénica, con sus miembros ganándose (otra cosa es que se lo den) un sobresueldo como figurantes, algunos de éllos incluso con importante parte casi protagonista en varios momentos.

Y la OSPA entregada a un efectivo y práctico Oliver Díaz, siempre centrado y pendiente de la escena, que interpretó tanto la melancolía como los momentos más cómicos.

La parte escénica que nos propuso Rechi y su equipo fue colorida e intensa. Cierto es que Elisir admite casi todo, pero no sabemos qué consigue, o pretende conseguir, exactamente al ubicar en la actualidad la acción. Con éllo, sin embargo, sí sustrae de credibilidad alguno de los aspectos del libretto y de las características de los personajes. Saturando además muchas de las escenas, llenandolas de acción mientras los solistas cantaban, distrayendo muchas veces con sus ocurrencias tanto al público como a los cantantes. Cosa que afortunadamente no pasó en el aria de Nemorino. También hubo algún resbalón de Bros y Corbelli por no poder esquivar elementos del atrezzo.
Y en Elisir también hay melancolía y suavidad, no sólo una distorsión de la realidad y unos gags más o menos efectistas como único motor para emocionar y divertir al público.

El público pareció reaccionar al descanso y así fue más cálido con los artistas según avanzaba la función, recompensandoles al final con generosidad a todos ellos.