12 dic 2016

El arte de cantar.

No es Capuleti obra a la altura de Norma, Sonnambula o Puritani, pero bien que merece una revisión de tanto en cuando, más si se la puede dotar de voces e intérpretes de gran nivel. Si bien Bellini la compuso en poco tiempo para lo que él gustaba, y tuvo que tirar de copiar trozos de "Zaira" y de "Adelson e Salvini", la partitura ya deja presagios de sus tres grandes títulos. El libretto de Romani, que también recicló de la ópera de Vaccai sobre el mismo tema, bebe de las fuentes medievales de la leyenda de los amantes, igual que bebieron Shakespeare o Lope de Vega entre otros.

Y en este cuarto título de la temporada continuamos con el notable nivel, que no parece vaya a menguar en el último. No habiendo tenido demasiada suerte en las cancelaciones últimamente, en esta ocasión nos atrevemos a decir que se nos antoja difícil creer que la canceladora A.Pérez lo hubiese hecho mejor que la italiana Patrizia Ciofi ayer.

Ciertamente el timbre de Ciofi es ingrato, con asperezas, incluso insulso, pero es tal la musicalidad, el buen gusto y la competencia profesional que su fraseo intenso e intencionado es capaz de crear una auténtica atmósfera belliniana en todas sus intervenciones. Toda una lección de decir , de emisión, de recreación del personaje. Desde las primeras palabras del "Eccomi in lieta vesta" se nos muestra la enorme altura del músico. 

A su lado, Serena Malfi luce un material de mezzo muy interesante y consistente en los registros, aunque con tendencia a abrirse en el agudo. Como intérprete palideció al lado de la soprano de Siena, pero con muchas otras colegas como compañeras hubiese lucido mucho más.

José Luis Sola ya lleva unos años de trayecto y parece que su carrera no acaba de despegar. Ayer nos decepcionó con un Tebaldo planote y vocalmente justito.

Otra decepción la de Paolo Battaglia, ausente de cualquier nobleza y elegancia en su canto. El local Zapater ofreció su mejor versión actual para su modesto cometido.

Si muchas veces hemos reclamado la mejora de la parte masculina de nuestro coro, es justo reconocer que ayer la han hecho realidad. Enorme trabajo escénico además. Parte anecdótica para las chicas en esta ocasión.

Notable trabajo de la Oviedo Filarmonía que fue guiada de manera sabia por Giacomo Sagripanti. Excelente el trabajo del director italiano en la tradución del éter melódico belliniano, cuidando el volumen (que falta hacía para algunos intérpretes) y matizando o destacando detalles. Excelente trabajo en el concertante del Finale primo. El belcanto también necesita directores musicales y no solamente voces.

Produción de Arnaud Bernard que recurre a presentar la acción en un museo con un efecto no precisamente original, y que tampoco ayuda a combatir el estatismo de la acción. Muy trabajada visualmente y con un delicado trabajo de vestuario e iluminación, nos resultó agradable a la vista e ineficaz dramáticamente.

Aceptable entrada con público muy rácano en los aplausos durante la función, pero generoso en toses y ruídos varios. Se premió a todo el elenco con especial intensidad, y algún sonoro entusiasmo, con Ciofi.