17 nov 2016

Así hacen todos...¿los políticos?

Aún con el impacto de la noticia de la cancelación de los Premios Líricos Teatro Campoamor se nos ofrecía el pasado domingo el estreno del tercer título de la temporada. Como si fuese un alegato a favor de la Lírica en la ciudad, el público, que casi llenó el teatro, se mostró muy satisfecho de lo representado.

Va Mozart convirtiéndose en un autor tan habitual por estos lares como  Donizetti o Puccini y, como es lógico, con funciones bien cercanas del mismo título, el público conoce bien la obra y sus circunstancias. Tiene más mérito, por tanto, que la función tuviese un éxito considerable. Culpables en gran parte, del éxito fue la propuesta escénica de Rechi y su equipo que, a pesar del discutible cambio en el final y de algún efecto escénico demasiado reiterado, consiguen una buena tradución del dramma giocoso.

Por la parte musical tanto OSPA como el Coro desarrollaron con la habitual brillantez sus intervenciones. Rovaris, otrora gran promesa de la dirección musical italiana, se ha consolidado como uno de las habituales batutas de nuestra temporada y extraña que no tenga más compromisos en nuestro país. Atento a los cantantes y cumplidor con la partitura resolvió bien la tarea, pero se nos antojó también frío e incluso un poco apático a veces.

Entre los cantantes mejor las féminas. Destacaron las tablas de Remigio, que salió airosa en el Come scoglio y brillante en el Per pietà. Contundente la labor de Gardina, tanto como actriz como cantante. No menos convincente Gaudí, identificada a la perfección con el rol y con Mozart.
Por parte masculina, y a pesar de que tanto el papel como el tratamiento escénico le favorecían, nos resultó tedioso el Don Alfonso de Chiummo, aparte de algún momento poco afortunado canoramente. El mejor resultó Martín-Royo, apoyado en su excelente fraseo. El tenor ligero Shrader mostró cierta elegancia, pero nos pareció con problemas en dicción y lagunas en el paso de la voz. Su aura amorosa demostró buenas intenciones más que realidades.

En suma una representación operística que sin llegar a la excelencia, sí fue de un nivel suficiente para ir asentando la afición lírica en una ciudad que parece no encontrarse en el mejor momento para éllo. Como en casi todos los sitios, todos los políticos hacen lo mismo y recortan en cultura. En nuestro caso, donde lo lírico es seña distintiva de la ciudad, es quizás más molesto.